Leyendo a través

Auscultando el papel

Aparecen suavemente unos símbolos

Que dan cota a palabras pacíficas

Usadas en un indeterminado idioma.

Se representan planos generales

Atravesados por cauces inquietos

Que enlazan gradualmente

Un documento impreciso.

Al primer instante de luz

La lectura suena a instrumento

Desafinado. Los modelos de sustitución

No tienen relación con ningún aspecto real.

Pero poco a poco, estos elementos van

Constituyéndose en artísticos

Revelando perfectamente un conjunto

Turgente y apasionado a los sentidos.

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miércoles, 24 de noviembre de 2010

LA ORACIÓN

«La primera condición de la oración es la perseverancia; la segunda, la humildad:
-Sé santamente tozudo, con confianza. Piensa que el Señor, cuando le pedimos algo importante, quizá quiere la súplica de muchos años. ¡Insiste!..., pero insiste siempre con más confianza». (Forja.-535). Jesús, a veces no cumplo ni siquiera con la primera condición de la oración: la perseverancia. Me canso de pedir, me desanimo, me olvido. Hoy me explicas, casi de manera cómica, que es necesario «dar la lata» también a Dios.
- «Ya que esta viuda está molestándome, le haré justicia, para que no siga viniendo a importunarme». ¿Cómo te estoy «importunando» con mis peticiones? ¿Soy santamente tozudo a la hora de pedir por lo que necesito o por las necesidades de los demás? Jesús, tu Madre me ha dado un buen ejemplo de cómo pedir, cuando se da cuenta que falta vino en las bodas de Caná. Cuando Tú le respondes:
-«Mujer, ¿qué nos va a ti y a mí? Todavía no ha llegado mi hora» (Juan 2, 4), ella no se desanima, sino que insiste con confianza hasta que consigue lo que quería. Madre, tú estás también deseosa de interceder por mi cuando tenga un necesidad. Para eso eres mi madre. Y la mejor manera de pedirte algo es rezando el Rosario: 
«No dejéis de inculcar con todo cuidado la práctica del Rosario, laoración tan querida de la Virgen y tan recomendada por los Sumos Pontífices, por medio del cual los fieles pueden cumplir de la manera más suave y eficaz el mandato del Divino Maestro: Pedid y recibiréis, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá» (Pio XI, Encíclica Ingravescentibus malis, 29-IX-1937). (Esta meditación está tomada de: Una cita con Dios de Pablo Cardona).