Según la física moderna, toda la materia – incluído el ser humano – es energía, luz que vibra con diferentes frecuencias, las mismas que equivalen a los diferentes colores del Arco Iris. Por tanto, a un nivel esencial, somos colores. Los colores nos afectan psicológicamente, están asociados con estados de ánimo o emociones. Se puede definir el color como, una sensación que se produce en respuesta a la estimulación del ojo y de sus mecanismos.
El mundo de la naturaleza es una sinfonía de colores que expresa emanaciones de diversos rayos de luz, ya se trate de las delicadas tonos de una alborada o de los vividos matices del crepúsculo, de los tonos maravillosos del arco iris o de la suave intensidad del sol de mediodía en verano.
El número de matices, tintes y tonos de un color es infinito, como lo son los diferentes aspectos mentales, emocionales, físicos y de la salud espiritual que aparecen en el aura en forma de colores.
El aura es la manera de expresar la presencia de las energías cromáticas, dentro del cuerpo y a su alrededor.
En el aura humana hay tonos de color básicos que revelan clases definidas de talento, hábitos y carácter, y hay un número infinito de tonos de color individuales.
Los antiguos egipcios fueron los primeros en formular la teoría de la correspondencia entre los colores y la triple constitución humana.
La colorterapia se beneficia del efecto armonizador de los colores para estabilizar la salud y tratar los trastornos físicos, mentales y emocionales.
Si por ejemplo nadas en una piscina, o incluso en el mar, trata de imaginar que con cada largo que das el agua se torna de un color, disfrutando así de todas las propiedades y beneficios de la colorterapia. Aporta equilibrio, bienestar y conciencia en las 4 dimensiones del ser: cuerpo, emociones, mente y espíritu.