III
Pasaban los años. Y la pregunta ¿qué significa? referida a la misteriosa palabra que quería desvelar, continuaba sin respuesta en la cabeza del entendido que, como he dicho antes iba adentrándose en el otoño de su vida, mientras seguía sin poder designar el alcance de su expresión, y ésta permanecía carente de un contenido semántico que le complaciera en todos sus sentidos.
No alcanzó lo que buscaba mientras continuó impregnado de todas las ideas y prejuicios que llevaba en su mente y que, sin saberlo, cerraban los orificios por donde pasaba la luz con que intentaba analizar su vocablo. Pero en cuanto logró deshacerse de ellas y dejó de modelar a su antojo aquella luz, aprendiendo a mirarla por la apertura adecuada, su mente comenzó a despertar. Porque la luz no tiene forma determinada, y pretender revestirla de un color y darle un nombre y delimitarla, es pretender que deje de ser luz para convertirla en un farol que pueda utilizarse en las circunstancias requeridas.