Acercándose a la cima, se percibe
su forma redonda y relativamente discreta.
A pesar de toda su antigüedad,
de que sufrió uno de los problemas crónicos de nuestro tiempo,
logró ser ella
sin perder la fuerza.
Demostraba respeto a su entorno,
expresando sus diferencias,
de modo que la confrontación
con los que la rodeaban, fue mínima.
A él, en cambio, lo hallaron muerto
un poco más adelante, en la misma calle…
su cuerpo, fragmentado por la columna,
cayó desde la altura de una cornisa.
Fue la más cruda y desenfadada
iconografía de sus vidas:
ella y él, recubiertos de estuco amarillo,
en el fondo de un alto camposanto.