Leyendo a través

Auscultando el papel

Aparecen suavemente unos símbolos

Que dan cota a palabras pacíficas

Usadas en un indeterminado idioma.

Se representan planos generales

Atravesados por cauces inquietos

Que enlazan gradualmente

Un documento impreciso.

Al primer instante de luz

La lectura suena a instrumento

Desafinado. Los modelos de sustitución

No tienen relación con ningún aspecto real.

Pero poco a poco, estos elementos van

Constituyéndose en artísticos

Revelando perfectamente un conjunto

Turgente y apasionado a los sentidos.

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miércoles, 15 de diciembre de 2010

Renacer

 Cada Navidad celebramos la encarnación de Dios que se hace niño y que entra en la Historia. Mediante el bautismo, Dios entra dentro de nuestra propia Historia personal y se convierte en centro de la historia de nuestra vida.
 Si somos conscientes de esta realidad, tendremos cada día más clara la idea de que Dios es verdaderamente cercano. Cuando rezamos “Padre nuestro, que estás en el Cielo”,  el Cielo no es un lugar más allá de las estrellas, sino que es el centro de nuestro corazón, pues mediante el bautismo, Dios establece su morada y se queda a vivir en nosotros.
 Así desaparecen los términos incapacidad, soledad y todo lo que nos amenaza, cuando Dios nos ofrece todo lo suyo y asume lo nuestro. Un “admirable intercambio”, dicen los padres de la Iglesia: lo humano se convierte en divino y lo divino en humano.
 Cómo cambiaría nuestra vida si fuésemos conscientes de quién mora dentro de nosotros: concédenos, Señor, vivir cada día más conscientes de que Tú moras en nosotros por el Bautismo, nos has hecho hijos tuyos, miembros de tu Iglesia y tu gracia hermosea dentro de nosotros.