Lo que hagamos a un ser humano se lo hacemos al mismo Jesús: los que desprecian la vida, los que matan a los inocentes no nacidos, los que ignoran a las víctimas del terrorismo, quienes maltratan al hombre y se ríen de su dignidad…
El amor de Dios es infinito en el cabe toda la humanidad |
El Señor sólo nos pide que tengamos fe, la misma fe que llevó a los primeros cristianos a transmitir el Evangelio hasta los confines del mundo. La misma que debemos seguir teniendo para evitar que el mundo se deshumanice, porque cada día nos estamos distorsionando más, y transformando la sociedad sin Cristo en una jungla donde impera la ley del más fuerte. Pero no debemos dejar de confiar en Él.
En la parábola de la oveja perdida (Mateo 18:12-14), Jesús nos viene a decir que Dios, movido por su gran amor hacia los pequeños, los pobres, los excluidos… por un amor así de grande, es capaz de hacer la locura de dejar todo un rebaño y de ir a buscar la oveja descarriada, que puede ser cualquiera de nosotros.
Nosotros debemos seguir creyendo en Él, aunque se rían de nosotros, seguiremos teniendo fe en el amor de Dios. Así como el Pastor deja el rebaño para ir en busca de la descarriada, Jesús abandona el lugar junto al Padre y viene al mundo de los hombres para salvarnos a cada uno de nosotros. No le fastidia un peso de amor, porque sabe que el Padre puede hacer volver a una oveja vagabunda sin contristar a las que ha dejado, porque también ellas se alegran del regreso del pecador. Ese es el maravilloso misterio del amor de Dios.